La muerte de los perros
Frida y Ceci se morían. Una respiraba ya muy poco sobre el césped, el hocico inflado, se dejaba morir. Ceci en cambio temblaba sobre el mármol frío, bajo un techo absurdo.
Frida había corrido toda la vida. Sabía, porque lo sabía su sangre, que antes de morir debía hallar un sitio oculto, refugiarse allí, y dejar de comer. El devenir de la naturaleza se encargaría mansamente de lo demás.
En cambio Ceci no estaba preparada. Nunca había pensado en la muerte porque el miedo la espantaba. Se había despertado esa mañana con dolor –pensaba Quiero ir a mi casa, dormir- y había llegado sola al hospital. Pensaba Respirar despacio, Respirar poco, Todavía puedo respirar. Ceci firmó todos los documentos que le pidieron, y a cada médico le preguntó si podía morir en las próximas horas. Todos respondieron que era una posibilidad.
Cuando Frida se moría, sin haber podido armar su tumba, pensaba como perro. Miraba a su compañera corretear, robarle la comida, mirar la mariposa, dormitarse. Esa perra amiga supo ser cuando nació su hija, pero la naturaleza es fría y el detalle fue olvidado en el destete. Frida se moría sola.
Ceci llevaba un hijo en algún lugar del cuerpo, estallándole las vísceras, comiéndola por dentro. Sabía ahora que era un niño, que podía tener sus ojos y que estaba vivo. Sentía cómo el vientre le explotaba. Sabía, se lo habían dicho, que sería el último hijo, y que había que sacarlo. Ceci, como Frida, se moría sola.
Intentó dos veces encontrar una mano que aferrara la suya, pero tanto el residente como el camillero se abocaban a otros menesteres, como agujerearla, sangrarla, explicarle a los colegas lo urgente del momento. Frida en cambio, nunca lo intentó: no tenía palabras, era un perro y los genes le decían que la muerte era parte del camino.
Días después de ese viernes, ambas se encontraron frente a frente. Cecilia se recuperaba en una cama, y Frida continuaba su camino sin regreso. Se miraban por una ventana, sin hablarse. Cecilia recordaba cuánto había necesitado una mano amiga y sentía lástima por una perra que moría, sabiendo que moría, moría sola. La mirada de la bestia se cansaba cada tanto y el hocico le pesaba contra el suelo. Habrá estado aterrada, pensaba Ceci, porque las caderas le temblaban, porque no había remedio, porque ya no respiraba.
Luego de la muerte de la perra, Cecilia, caminando, decidió que cuando llegue otra vez el momento, llegue porque no hay remedio, iba a tener un cuerpo que la abrace, que le diga Mami, que le cante al oído que no tenga miedo. Ceci iba a tener entonces esa porfiada sospecha de que nada acabaría cuando todo acabe. Entonces, tuvo un hijo.
El silencio de Guillermina
Yo esperaba un hada, sentada de frente al sol. Yo te vi llegar criatura, qué preciosa sos, qué bonita luna, las patitas son de miel.
Chiquitita panadero, sos la musa del silencio.
¿Qué dulzuras no decís preciosa? ¿Tanto espanto hay en el mundo que no vale la pena repetirlo?
ELLOS
Son hermosos, tienen ojos de plumines, cantan en voz baja,
lavan la ropa y dicen Yo No Entiendo. Mueren, se reproducen, crecen y nacen,
bailan ritmos, saben nada de mucho, dicen TU.
Dicen De Dónde Eres, dicen El Amor Es Una Fruta Madura,
dicen Sí Acepto.
Llenan formularios, sacan fotos, toman vino, ahorran,
mesuran, estiman, comparan. Creen.
Tienen perro o no tienen, lloran o estornudan, son
graciosos, insulsos, transparentes. No entran, no rabian, no les destellan las
sienes, no se ahogan. Encuentran las palabras.
La historia no tiene perdón para los tibios.
FUNERAL A CIELO ABIERTO
Raúl Padre abandona Montería, lento paso del Caribe colombiano hacia la cordillera, lleva un hijo muerto en las espaldas. Se detiene en las narices mismas del gobierno: “Del cementerio me han corrido a mi hijo, me lo han sacado a la calle y no tengo donde ponerlo” grita, y las lágrimas le van enfureciendo.
La plaza Bolivar, centro político e histórico de la ciudad de Bogotá, es testigo del lento funeral. Don Raúl Padre, hijo muerto a cuestas, insiste “Con mi hijo han matado a mi nieta y a mi nuera” La niña tenía 30 días cuando fue asesinada por militares anónimos.
A Raúl Hijo, soldado colombiano, lo había matado el ejército por negarse a fusilar
a dos campesinos desarmados. Los dos campesinos no muertos, o sí, nadie lo sabe,
estaban destinados a formar parte de la larga lista de los más de cinco mil acribillados en Colombia,
conocidos como Falsos Positivos.
Los Falsos Positivos son muchachos pobres reclutados los caseríos miserables,
llevados a la selva, y ejecutados sin más por los militares.
Por cada guerrillero muerto (o falso guerrillero, es lo mismo) el Estado colombiano
paga al soldado ejecutor una suma de dinero
que no alcanza para ahogar en chicha la conciencia.
Raúl Hijo, soldado, lo habrá intuido al momento de negarse,
y es por eso que se dejó matar, hundiendo al padre en la miseria más salvaje,
sin poder pagar su tumba.
HIJOS
No he tenido hijos, es una sentencia.
Amo a los hijos que no tuve de una manera desmedida.
No los voy a tener.
Voy a morir en esta tierra sin heredar la maldición de lo que no hice:
Los hijos son los presos de lo que no hicimos.
Amo a los hijos que no tuve de una manera desmedida.
No los voy a tener.
Voy a morir en esta tierra sin heredar la maldición de lo que no hice:
Los hijos son los presos de lo que no hicimos.
EL DESAMOR DE LÓPEZ
Cuando López tomó conciencia de su estado los ojos le estallaban. Había corrido mucho tras el tranvía y los músculos le temblaban al contacto con el pavimento. Sentía el cogote lleno de sangre y las muelas secas, pero no paraba, por el miedo de perder a su dueño.
¿Qué hará sin mí? Bajará pronto del tranvía y morirá de pena de no hallarme.
Llegaré a tiempo y moveré la cola, le buscaré con el hocico la mano.
Cómo le gusta palmearme la cabeza….
Llegaré a tiempo y moveré la cola, le buscaré con el hocico la mano.
Cómo le gusta palmearme la cabeza….
Pero el tranvía se alejaba y López sentía una debilidad desgarradora en las patas. Cuando lo perdió de vista, se le erizaron los pelos del lomo: ahora debía seguir corriendo a ciegas.
López continuó andando cuatro días, perdido entre los coches, el paso lento y las costillas flojas. Tenía una pata herida, pero todavía le quedaban tres.
Usaré dos patas, pensaba, para sentarme
y me quedará una para rasgarle el pantalón.
Me dará agua, me dará de beber y sonreirá.
y me quedará una para rasgarle el pantalón.
Me dará agua, me dará de beber y sonreirá.
López pensaba
Cuando me vea, me dará agua, me dará de beber agua.
Cuando me vea, me dará agua, me dará de beber agua.
HABLEMOS CON FRASES HECHAS
-
Por
eso yo siempre digo que las crisis son en realidad oportunidades
-
Es
verdad, lo que no te mata te hace más fuerte. Alguien dijo por ahí que nada se
pierde, todo se transforma.
-
Exacto,
el amor es una tarea de a dos. Tenemos mucho en común: los dos somos
inconformistas, rebeldes y, sobre todo, nos indigna la injusticia.
-
Es
verdad, yo tampoco puedo ver un niño pidiendo en la calle. No les doy monedas porque
se las dan a los padres para comprar vino.
-
Lo
que pasa es que en esta sociedad el problema es la falta de educación.
-
Totalmente.
El argentino se cree muy pícaro, pero en el resto del mundo nos miran como una
sociedad corrupta.
-
Porque
no entendemos que la corrupción se origina en casa, en la educación que nos dan
nuestros padres. Por eso tenemos los políticos que tenemos, son todos corruptos
y sólo les interesa su beneficio personal. Ese es el problema de la Argentina.
-
Porque
no vivimos la guerra, por eso no valoramos lo que tenemos.
-
Sos
una chica muy inteligente para ser mujer.
-
Gracias,
siempre pensé que yo era distinta, pero después me di cuenta que el problema es
que soy demasiado pensante.
-
Demasiado
especial, diría yo.
-
Quizás
te aburra con mi filosofía.
-
Para
nada, estoy cansado de esas chicas huecas, que sólo les interesa el qué dirán.
-
Yo
digo lo que pienso. No me interesa lo que piensen los demás, hago lo que me
dice el corazón.
-
Yo
también. Si algún defecto tengo es que soy demasiado sincero.
-
Podremos
ser soñadores, pero no somos los únicos.
-
Nunca
escuché a una mujer hablar como vos.
-
Y
yo nunca conocí a alguien que entienda mi locura.
-
¿No
te parece que es hora de conocernos mejor?
-
No
sé, he salido lastimada demasiadas veces
-
Yo
también, pero qué importa, debemos hacer lo que nos dice el corazón.
Y así se
forman parejas y en el mundo la gente pelotuda se va reproduciendo hasta el infinito.
METAMORFOSTRUO
Cuando te
conocí me latía en la sien derecha una gota de sangre, una pantera viva en un
diamante. Quién hubiera dicho, más tarde, que serías flor de pelotudo.
Cuando te
conocí pasé por alto detalles, como esa oruga espantosa que germinaba de lo que
pensabas, como que tu voz venía de las tumbas, como que iba a morir en la pieza
del fondo de la casa de tu vieja, en ojotas, con tres perros y tres críos.
Yo tampoco
era intensa, era exagerada. A mi tampoco me florecieron paces, fui un quilombo.
Por eso el
tiempo es agua y nada existe de verdad.
TRAGISALSA
Si esa noche me hubieran otorgado el préstamo que necesitaba, no hubiera
terminado en la plaza Independencia, apretando la mano de mi
sobrina que era muy chiquita para entender la vergüenza que su
tía lloraba.
Si no hubiera ido a parar a la plaza esa noche habría estado pagando mis deudas, y los pies no me hubieran llevado a aceptar la invitación de un muchacho egipcio a tomar vino con el estómago vacío.
Si el vino no hubiera sido tan bueno y el muchacho no hubiera sido tan fuerte y hubiera hablado mi idioma, un tema de conversación hubiera llevado al otro y hubiera sido una deliciosa borrachera de viejos amigos.
Pero oriente y occidente siempre dieron vueltas para comprenderse, por eso siempre se han amado, y además sonaba el lado oscuro de la luna entonces dormimos juntos.
Si esa noche no hubiéramos dormido juntos, yo habría ido a trabajar a la mañana siguiente, como estaba previsto.
Si hubiera trabajado a la mañana y no a la noche como
lo hice finalmente, al salir hubiera vuelto en taxi compartido como siempre, y
no hubiera esperado un hediondo colectivo bajo un farol oscuro: un
señor muy horrible de nariz grasienta no me hubiera asaltado.
Si el buenhombre que se llevó mi último dinero no lo hubiera necesitado en verdad, no habría cometido tan desagradable desliz, y yo no habría ido a parar llorando a los brazos de una parejita de colombianos que por razones muy nobles vivían en mi casa por esos días.
Mis huéspedes no me hubieran consolado como criatura esa noche, y yo no hubiera comenzado a adivinar que en el alma de los colombianos se encuentra la fuente inagotable de la alegría latina, y unos años después no hubiera viajado yo a mezclarme un poco entre ellos, en su tragisalsa de guerrilla, música y generosidad.
Pero volviendo a lo más profundo de mi mala suerte, creo que nunca me hubiera enamorado de ese árabe inmenso si este ladrón de damas no me hubiera dejado en semejante desprotección.
Lo habría dejado ir sin que me doliera todo el cuerpo.
Pero todo me estallaba y terminé vendiendo mi televisor para alcanzarlo en Salta. Si tan sólo hubiera tenido el DNI que el narigón me robó, lo hubiera seguido por el continente entero en su viaje loco, luego hubiera cruzado el mar con él como mágico marido musulmán.
Todo eso hubiera ocurrido si no hubiera estado enfurecida de pena en la plaza independencia esa noche que me invitaron un buen vino, hubiera dicho que no, que no necesitaba olvidar nada que muchas gracias otra vez será.
Pero como fui, y hablar era difícil, y estos muchachos de Pink Floyd se van poniendo cada vez más habilidosos en cantar por la noche, y yo quise aprender a leer el Corán en árabe pero era mujer y me hubiera debido limpiar el cuerpo y el espíritu para tocarlo y era mucho esfuerzo, no hubiera dormido a lo árabe esa noche con el extranjero.
A la mañana siguiente hubiera trabajado y nadie se hubiera atrevido a robarme a plena luz del día, y yo tendría mi documento de identidad y entonces sí, hubiera podido salir del país detrás de Adel el egipcio.
Si no hubiera ido a parar a la plaza esa noche habría estado pagando mis deudas, y los pies no me hubieran llevado a aceptar la invitación de un muchacho egipcio a tomar vino con el estómago vacío.
Si el vino no hubiera sido tan bueno y el muchacho no hubiera sido tan fuerte y hubiera hablado mi idioma, un tema de conversación hubiera llevado al otro y hubiera sido una deliciosa borrachera de viejos amigos.
Pero oriente y occidente siempre dieron vueltas para comprenderse, por eso siempre se han amado, y además sonaba el lado oscuro de la luna entonces dormimos juntos.
Si esa noche no hubiéramos dormido juntos, yo habría ido a trabajar a la mañana siguiente, como estaba previsto.

Si el buenhombre que se llevó mi último dinero no lo hubiera necesitado en verdad, no habría cometido tan desagradable desliz, y yo no habría ido a parar llorando a los brazos de una parejita de colombianos que por razones muy nobles vivían en mi casa por esos días.
Mis huéspedes no me hubieran consolado como criatura esa noche, y yo no hubiera comenzado a adivinar que en el alma de los colombianos se encuentra la fuente inagotable de la alegría latina, y unos años después no hubiera viajado yo a mezclarme un poco entre ellos, en su tragisalsa de guerrilla, música y generosidad.
Pero volviendo a lo más profundo de mi mala suerte, creo que nunca me hubiera enamorado de ese árabe inmenso si este ladrón de damas no me hubiera dejado en semejante desprotección.
Lo habría dejado ir sin que me doliera todo el cuerpo.
Pero todo me estallaba y terminé vendiendo mi televisor para alcanzarlo en Salta. Si tan sólo hubiera tenido el DNI que el narigón me robó, lo hubiera seguido por el continente entero en su viaje loco, luego hubiera cruzado el mar con él como mágico marido musulmán.
Todo eso hubiera ocurrido si no hubiera estado enfurecida de pena en la plaza independencia esa noche que me invitaron un buen vino, hubiera dicho que no, que no necesitaba olvidar nada que muchas gracias otra vez será.
Pero como fui, y hablar era difícil, y estos muchachos de Pink Floyd se van poniendo cada vez más habilidosos en cantar por la noche, y yo quise aprender a leer el Corán en árabe pero era mujer y me hubiera debido limpiar el cuerpo y el espíritu para tocarlo y era mucho esfuerzo, no hubiera dormido a lo árabe esa noche con el extranjero.
A la mañana siguiente hubiera trabajado y nadie se hubiera atrevido a robarme a plena luz del día, y yo tendría mi documento de identidad y entonces sí, hubiera podido salir del país detrás de Adel el egipcio.
Pero era una indocumentada y así no
se puede viajar.
Ay si hubiera tenido documentos...
Hubiera arruinado mi noviazgo árabe en el viaje, por lo tanto, un
par de años después él no hubiera cruzado medio planeta para verme, y
comprobar que sí, que efectivamente ya no había amor.
Y como ya no había
amor, y la revolución había estallado en Egipto, yo no viajé ese año al
Cairo si no al pais de mis mejores hermanos.
Si todo eso no hubiera
ocurrido, yo no habría venido a parar a estas tierras de sangre y oro
donde estoy, ni habría llorado tanta belleza que me trae el Caribe, ni
hubiera compartido con mis hermanos más sufridos el dolor de ser latina,
ni se me habrían metido las montañas que anduvo Bolívar bajo los
párpados para no olvidarme nunca lo cerca que latimos, Colombia y yo.
(Isla de Barú, marzo de 2011)
MARTA CRISTINA BARCELONA
Conocí a Sergio un lunes de Junio, coincidentemente, el día
en que él me conoció a mí. “Llevo gafapastas negras y deportivas de color azul”,
me dijo en ese lenguaje que solo los viajeros entienden y sus palabras se
perdieron en la ensalada de plazos, travestismos y abandonos que me atolondraban
la cabeza.
No hablaré ahora del primer encuentro porque ya lo hizo él.
Hablaré sí, de Marta y Cristina.
Sergio no decía dulzuras, era más bien una cloaca de
rencores y superaciones. Una vez le dije que la vida a su lado hubiera sido un
sueño, si no fuera en el sueño estaba él. Era hondo y apasionado, una puerta a
la desgracia, convincente y debo confesar, por momentos asesino. No puedo si lo nombro, evitar extrañarlo, la vida debería estar plagada de gente como él.
Había venido viajando de Europeo, descubriendo el mundo de
arcilla de mi América, con mochila y mugre a cuestas y un tendal de libros
devorados. Pasó los días como un can a mi lado, mientras yo escribía para el
diario, leyendo cualquier cosa y recitando algún que otro poema. Me leía
filosofía mientras cocinaba los fideos.
Había bailado en una terraza, una noche intoxicada, algún
tango con muñeco. No fue un tango, yo ya sé, pero el verano de Marta y Cristina
en Barcelona se me dibuja en el recuerdo como el sueño ajeno, con sabores
propios y no puedo menos que inventarlo como un baile de amapolas.
Sergio conoció a Marta en algún lugar de La Mancha, de cuyo
nombre no quiero acordarme, se hundió en ella y se la llevó a París. Marta era
joven y guerrera, nada pudo el alto muro de mi amigo contra esa tormenta.
Sergio me contaba “yo trataba de entenderla, pero ella no decía”.
Y no era en Barcelona. Ambos los tres eran de otro pueblo,
orillero del Mediterráneo, donde también vivían Estrella, David (qué curioso,
estrella de david) y otros personajes familiares de la historia.
Pasaron un verano juntos los dos, Sergio, Marta y Cristina,
apostados en la playa, en una casa de prestado. Siempre me he preguntado que
pensó Cristina en esos días en que su amiga amaba al mío. Ellas dos, mi Sergio y
yo en mi cabeza no entendemos nunca nada. Pero yo no entro en esta historia más que para
relatarla, para ahondarla y volver a hacerla mientras digo.
Por algún motivo al irse a vivir a la casa de la playa de aquel verano
catalán, la bienamada Marta se llevó a Cristina. Sergio
les bailó el tango en la terraza, abrazado a algún muñeco, y las niñas habrán
reído, abrazándose los dedos, descalzas de pies blancos y soleras sin sostenes,
inocentes de su propia juventud, se habrán rozado al reírse con la simpleza de
las europeas.
Más tarde acabó el verano y mi amigo volvió a los quehaceres
diarios de vivir en Marta cuando supo, de boca de la propia niña, que había
sido desterrado, que ya no era requerido, que gracias por todo que buena suerte
y buena vista, que la tormenta había pasado y que nada más podía decirse. Allí
supimos qué pensaba Cristina.
Sergio se fue entonces buscar a la fiel amiga de la novia
desalmada, y se revolcaron de manera descarada y se quisieron a su modo. Marta
entonces, torbellino, agua profunda, odió a Cristina y más tarde perdonó a
Cistina.
Días antes de venir Sergio a estas tierras, ambas
lo acompañaron a Barcelona, al Camp Nou, filmaron un video, se rieron
como aquel verano y me dejaron esta imagen, que ilustra esta historia que no
sería nada, de no ser porque el protagonista es el mismo diablo.
Sergio, el hondo diablo de mi corazón.
HIPOXIFILIA
Pero no tenemos por qué comenzar hablando de lo que amamos. En definitiva acá, estos caballeros que me acompañan y yo, entendemos mucho mejor lo que no queremos, y no tenemos destino.
Empezaremos diciendo que tenemos en el cuerpo mil corales, somos frágiles al tacto y evasivos de la gravedad.
Somos personas de no tener piel, lo que a vista de los ingenuos es terrible, cómo puede uno ser sin piel y no huir del sufrimiento.
Pero no nos cubre esa maqueta de dulzuras y proporciones,
sabemos a lo que bebemos,
bebemos según comemos
y comemos lo que sabe fuerte.
Sabemos fuerte.
Nada hay que nos entristezca más que el equilibrio.
EL GESTOR
La tarea del gestor es fundamental para la sociedad. El
gestor no toma café, espera en la oficina. El Gestor se llama primero por el
apellido, se llama por ejemplo: Avellaneda, Manuel, para servirle. Porque es
muy formal, y conoce las formalidades del Estado, que para algo están, como
dice muy bien su amigo el Director General de la Repartición que es amigo suyo,
de cuando él no era nadie y el Gestor le salvó varias veces el pellejo.
El Gestor pone cara de seriedad. Analiza el caso y dice “Y sí, algo
se va a poder hacer”. También dice que lo de la plata ya lo vamos a hablar, que qué
se puede decir ahora que lo importante es sacar el trámite después vamos a ir
viendo. A este mozo lo conoce de muchacho, hace muchos años lleva café a la
Repartición, de cuando era crío y el Gestor le salvó el pellejo y lo recomendó
con el dueño del bar, que también es amigo suyo de cuando él le salvó el
negocio que ya le estaban a punto de cerrar.
Esta mesa del bar es suya. A mí me gusta el Gestor porque
sabe muchas palabras difíciles, que si uno las dice ya se pierde antes de
empezar. Se sabe los números de formulario de memoria y tiene sellos de la
Repartición en el bolsillo. A los expedientes les llama carpeta, al bar le dice
oficina, le dice sello al cargo y a los escritos “los papeles”.
Es muy serio el Gestor. Nunca fue visto sin su traje, haga
fríos o veranos, siempre el mismo traje, riguroso portafolios, zapatos
mocasines de lustrar y el traje, nunca sale sin el traje. Viaja en colectivo como quien aborda un auto
de alquiler, nunca falta en la oficina, es un buen obrero, un colega, dirían
sus amigos los Gestores.
Ayuda a las personas con problemas, su trabajo en la
Repartición es necesario. Años lleva trabajando en esto y casi por nada, qué es
pagar un par de pesos a la par de conseguir remedios, o un trámite fallido.
La gente es buena, buena pero zonza, cambian números de guía, traspapelan los "papeles", creen ciegamente a los empleados. Para eso está el Gestor,
ordenador supremo de las cosas del Estado y las Personas, por un par de pesos,
nada que no sea de no poder pagar, y que le puede cobrar, de plata se habla
luego tan desprendido, tan formal, tan erudito, doctoral.
FELACIDAD Y GERONTOFILIA (Por Sergio G. Vergara)
Conocí a Mariana un lunes de Junio, llegué a la ciudad la víspera y me hospedaba en un mugriento hotel vacío del centro, dónde lo más que podía hacer era hablar con la amargada recepcionista que tenía cara de bulldog francés o masturbarme, escogí intensivamente la segunda opción. No conocía a nadie y mi soledad se empezaba a convertir en aquél tedio que tanto conocía y contra el que luchaba insistentemente desde que tenía uso de razón, más o menos tres años antes. La llamé por teléfono por la tarde y me dijo que andaba un poco liada en unos artículos periodísticos que debía entregar por la noche, pero que a las diez iría a un conocido bar de la ciudad a ver un ciclo de cine inglés, pasarían una película de Ken Loach. Bien me dije, seguiré paseando sin rumbo por la asquerosa ciudad, me tomaré un par de tragos y a las diez iré al encuentro, no puede ser peor que lo que me ocupa. Mi aburrimiento era tal que hubiese ido a una misa evangélica si me hubieran asegurado que al terminar hablaríamos sobre la actualidad de los pecados capitales y que nos ofrecerían la sangre de Cristo y un par de hostias.
Así fue, la esperaba sentado en la vereda, medio embriagado, no sabía cómo era ella así que la llame un poco antes, a riesgo de parecer un poco cargoso, para que me dijera cómo nos reconoceríamos, me dijo que llegaría en taxi y que vestiría una chaqueta azul y una mochila roja. Perfecto, cinco minutos antes de las diez ya estaba sentado fumándome un cigarrillo, no puede notar mi tedio me decía, me mandará a la mierda en un par de horas. Pasados diez minutos, un taxi se paró delante del bar. Debo confesar que había imaginado cómo sería ella; el hombre siempre imagina el porvenir y normalmente lo viste con zapatos de mujer y pechos exuberantes, por lo menos el hombre químicamente desesperado. Recordaba una frase de Kazantzakis que decía algo así como que hay una sola mujer en el mundo, una sola mujer con diferentes rostros. Al bajar del taxi creo que me reconoció al instante, yo le había dicho que usaba anteojos negros y que llevaba unas zapatillas azul eléctrico que mi madre me había regalado unos meses antes con el fin de modernizar mi vestimenta y no parecer un pordiosero, esto último no se lo dije. Yo también la reconocí rápidamente, por su azorada gesticulación, recuerdo que al hablar con ella unos instantes antes su voz resultaba entrecortada y acelerada, y cuál fue mi sorpresa al comprobar que mi intuición no andaba del todo mal, pese a no usar zapatos genuinamente femeninos sus pechos eran los más grandes que había visto en mi vida. Bueno, Dios ha dispuesto esta noche para mí el cincuenta por ciento de la providencia, recuerdo que me dije y se dibujó en mi aquella sonrisa que tanto anhelaba, la sonrisa maquiavélica del hombre seguro y seductor. Hola y sonrisas y qué tal y bien y sí, de viaje y sí un poco atareada, es lunes y mañana la edición impresa y qué sé yo, no reproduciré la primera conversación por módica e insulsa. ¿Pedimos algo para tomar? Y dos empanadas. La sala del cineclub repleta de caballeros con anteojos negros y mujeres con vestidos Mahamudra Hatha Yoga y las que no, recién salidas del psicoanalista. Bien me decía, estás aquí por una cuestión bien concisa y clara, vejar a todos estos hijos de puta de nada te servirá, emplea tus armas. Y sí, el cine inglés tiene un trasfondo político transgresor, y el concepto de libertad queda tan bien retratado, ¿has visto qué fotografía? el pendejo del protagonista hace un papelón, y el valor del arte y en concreto del séptimo o el octavo en la sociedad actual, ¿pedimos otro trago?, claro que sí. Así transcurrió la noche en que la conocí. He aprendido con el tiempo que en la primera noche nunca puedo mostrar el odio acumulado contra el mundo y debo mostrarme agradable y mediocre, eso producirá en las mujeres un sentimiento de ternura y compasión que les hará tomar confianza rápidamente. Así fue, aquella noche ya dormía en su casa, (sí, estoy de viaje, no tengo mucha plata para pagar el hotel, ¡pero no por favor, no quisiera ser molestia!, en unos días me busco algo, está bien, qué amable), en su sofá claro, pero ya había traspasado las líneas de infantería, era el momento de poner en marcha la segunda parte del plan.
Los días subsiguientes los pasé como un can a su lado, mientras ella escribía para su diario, yo leía apaciblemente cualquier cosa y le recitaba algún que otro poema. Su casa, por llamarlo de algún modo, era un modesto departamento, una caja de fósforos, en el catorceavo piso de un bloque de edificios. No era una mujer muy ordenada y eso facilitaba mis tareas. Poco después fui recabando información: acababa de salir de una tormentosa relación, había tenido fobia a la electricidad, tenía fobia a los murciélagos y le gustaba el sexo anal; si salíamos al anochecer, dejaba la luz prendida y las ventanas cerradas herméticamente por miedo a un ataque asesino de los temibles y tenebrosos murciélagos, poco después, una tarde, hablamos de vampiros con su padre. Las noches eran lo más interesante, desprovista de tareas, pues se pasaba el grueso del día escribiendo artículos para un diario provincial que empezaba, podíamos charlar sobre todo, y poco a poco, yo iba haciendo hincapié en la hipocresía global y en el derrumbe espiritual del resto de la humanidad. Las mujeres argentinas tienen un don especial para reírse de su desesperación y relatar sus vidas fracasadas con humor y autoironía, siempre he pensado que son unos personajes envidiables para cualquier relato o película, ¡al carajo con la maga!
Había estudiado interpretación logrando algún prestigio a nivel local pero lo había dejado por cansancio espiritual, después había trabajado como secretaria para una conocida multinacional de autos y tras una motivadora relación, lo había abandonado todo para dedicarse al periodismo, los medios contrarios a su diario sostenían que era una mal cogida. Una hermana supuestamente feliz y ama de casa, un cuñado machista, enamorada de su padre, un buen tipo y una relación tortuosa con su madre que era psicoanalista y había tenido dos hijas por hábito. Signos todos de un complejo de Electra y de una falta alarmante de sexo. El sentimiento de culpa era el motor de su vida y era una experta en mirar con ojos de perra apaleada e intentar hacer vibrar las fibras más sensibles, sobretodo cuando sostenía que la ninguneaba y la trataba con desprecio, conmigo nunca lo consiguió, creo que esa fue una victoria importante. Había militado durante muchos años en el Partido Obrero un partido de influencia troskista, gestionando comedores sociales e intentando hacer del mundo algo mejor, por suerte lo había abandonado como casi todo, en eso no se diferenciaba tanto de mí, no obstante no era nihilista y creía en ése concepto tan de moda: las micro luchas, esas irrisorias acciones locales reservadas a los pobres de espíritu o a los que se llaman a sí mismos modestos, pero que en realidad son mediocres a quiénes les ha abandonado la voluntad de trascendencia y la fuerza vital y se envuelven en un halo de caridad, como aquellos que cada mes ingresan una módica cantidad a médicos sin fronteras o a hijos de puta usureros para calmar sus tristes conciencias.
Pasaron unas semanas que debo reconocer fueron agradables, ella fue tomándome cariño y el vino y el Fernet iban haciendo su trabajo. Cronológicamente iba disponiendo mis discursos beligerantes y varoniles acerca de la inutilidad de la compasión, de la mediocridad de los valores cristianos y Nietzsche y el realismo ruso y Kropotkin y el anarquismo, poco a poco iba dejando huella en su ser cada vez más desesperado. Entonces ella recalcaba mi honestidad, mi intensidad y mi inteligencia, más tarde me dijo que aunaba en mí ser el desprecio y la atracción. Mi sonrisa maquiavélica me empezaba a producir dolores en la comisura de los labios y en mi pene. La apatía había desaparecido. La compañía femenina es uno de los pocos analgésicos que conozco.
(...)
Supe que el proceso iba culminando cuando un viernes por la mañana después de una tortuosa noche de alcohol y música clásica me trajo el desayuno a la cama, pues yo ya no dormía en el sofá, ella dormía en el sofá so pretexto que debía levantarse pronto por las mañanas a escribir y no quería molestarme. Ése fue la señal inequívoca que debía pasar a la tercera y última etapa de mi plan. Mientras tanto, conversaciones en bares, paseos y silencios, Bill Evans, vino blanco y hasta una comida con su familia en la que desarrollé todo mi elenco de dotes dialécticos sobre fútbol, macroeconomía y cortinas de diseño. La vida de una familia argentina pudiente, como era la suya, transitaba entre excelsas conversaciones sobre programas de televisión yanquis y amarillismo transgresor. Pronto me di cuenta que ella no encajaba en toda ésa miscelánea de estupidez y grotescas relaciones familiares, pero debía hacer gala de su más inusitada teatralidad para convivir con ella y soportarla, ¡la familia ése vínculo casto y cohesionado!
(...)
Recuerdo la noche en que nos acostamos. Después de mucho socavar su autoestima le había repetido que el único lugar en el que sabía hacer sentir bella a una mujer era en la cama. Aquella noche mientras nos dedicábamos al más vetusto quehacer humano me lo repitió en varias ocasiones. Disfruté como hacía mucho tiempo aquellas noches de sexo loco y violento que pasé con Mariana, juntos redescubrimos la hipoxifilia y la beatitud del sexo. Le expliqué la teoría de la felicidad, mediante la cual, no existe la felicidad tal como nos han explicado los grandes filósofos y moralistas sino que existe algo más profundo y metafísico que es la felacidad, y que ella es la gran veleta de nuestras vidas. Con Mariana reafirmé mis más hedonistas teorías. Dije adiós a mi desesperación y me encaminé rejuvenecido hacia Buenos Aires. La ciudad más loca y atrajeada de Argentina me esperaba con sus brazos y esperaba también, sus vaginas abiertas.
Sergio G. Vergara (que me leía filosofía mientras me cocinaba fideos)
LAS COSAS
No soy yo
Son las cosas.
He deseado todo (cuando había
sólo lunas
sólo hambre)
Ahora hay todo
y no soy yo, son las cosas
que me sobran
que me tienen
Por eso
vendo
Casa, Cosas, Cucos
Y me quedo
con la luna
con el hambre.
Son las cosas.
He deseado todo (cuando había
sólo lunas
sólo hambre)
Ahora hay todo
y no soy yo, son las cosas
que me sobran
que me tienen
Por eso
vendo
Casa, Cosas, Cucos
Y me quedo
con la luna
con el hambre.
PLEGARIA
Señor
Líbrame de aquellos
Que tienen la culpa
Pues es gente generosa
Que no duda
En compartirla
Líbrame de aquellos
Que tienen la culpa
Pues es gente generosa
Que no duda
En compartirla
LOS SECRETOS DE LA CIUDAD DE LOS MUERTOS
Había una mujer en el cementerio, sentada con los gatos, sin muerto a quien llorar.
Tenía ese llanto que duele porque va por dentro de los ojos.
Cementerio del Oeste - San Miguel de Tucumán
LA PAZ DEL HOMBRE
La Sagrada Virgen del Inmaculado Gozo se apareció ante un infeliz que estaba en paz y así le habló:
“Desdichado tú que has confundido la sabiduría con la falta de pasión”
Y una vez que hubo hablado, lanzó el último orgasmo y desapareció.
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Esta es la Sagrada Virgen del Inmaculado Gozo, felices los invitados a su banquete celestial |
La impunidad como política de Estado
Hay un punto de quiebre entre un Estado ineficiente para garantizar seguridad y justicia y un Estado que orienta conscientemente su política de seguridad hacia la impunidad. Y ese punto de quiebre está marcado por razones meramente económicas.
La impunidad en Tucumán es un negocio. La inseguridad es un negocio que genera dinero, y uno de los primeros beneficiarios son los negocios de policía paralela. Se estima que en el país el cincuenta por ciento de las empresas de seguridad privada están integradas por ex policías. Una ciudad que siente la inseguridad es buen mercado para la el negocio de la protección paga.
Las empresas de seguridad privada cumplen una función importante: no sólo reemplazan a la policía en sus deberes de prevención, sino también absorben mano de obra excedente de las fuerzas de seguridad desplazadas por diversos motivos: desde irregularidades hasta jubilaciones. Además, evita el peligroso problema de policías destituidos deambulando por la ciudad: las empresas de seguridad privadas los absorben, los utilizan y les dan trabajo. Uno ex policía contento es un ex policía que no denuncia.
El segundo negocio de la impunidad está marcado por la ineficiencia del Estado a la hora de mantener subordinadas a sus propias fuerzas de seguridad. La policía es el sector gremial con mayor poder objetivo de negociación, y en Tucumán es frecuente enterarnos de amotinamientos por cuestiones salariales. Los aumentos conseguidos por el sector siempre superan ampliamente a los de los demás trabajadores.
El sistema de trabajo de 24 horas por 48 de descanso garantiza a un policía que se considera mal pagado la posibilidad de hacer servicio adicional: es decir, ofrecer sus servicios a cambio de dinero. Así, es muy común “contratar” policías para eventos, como si la función del policía no fuera custodiar de oficio.
Pero la carencia salarial tiene consecuencias más graves. Las zonas liberadas a la delincuencia, el regenteo de redes de venta de droga y su correpondiente “comisión” para la policía, y el negocio recaudatorio de las comisarías con las detenciones por contravenciones son las realidades más preocupantes.
Cuando el Gobierno se refiere a la “sensación de inseguridad” no está bromeando: paralela a la realidad, la “sensación” es la mejor publicidad para un Estado que se muestra ineficaz en mantener el bienestar de sus propios uniformados. Sin la sensación de inseguridad ni las empresas de seguridad privadas ni los policías en descanso tendrían trabajos adicionales.
La impunidad es la contracara de la inseguridad. Una provincia en la que los delincuentes gozan de impunidad, en muchos casos avalados por irregularidades policiales, judiciales y políticas, genera un ambiente de indefensión en la que el negocio de brindar seguridad encaja muy bien.
En Tucumán el Gobernador José Alperovich no hace sino reforzar la idea de que la cuestión de la seguridad se encuentra librada a las leyes del mercado. Consultado por la prensa en reiteradas oportunidades, su política de seguridad no tiene más ejes que “combatir el alcoholismo y la drogadicción”. Frecuentemente solicita vigilancia a los padres de los delincuentes y está empeñado en que haciendo desaparecer de los relojes tucumanos las horas de la delincuencia, la delincuencia acabará: Según él, la provincia comienza a tener problemas a las 4 am.
El negocio de las
contravenciones
Las contravenciones son una fuente de ingreso legal e ilegal de las comisarías.
Por lo general las detenciones por contravenciones deben transitar un trámite que, para el detenido, resulta largo de soportar desde una celda. En teoría la Policía no puede retener a una persona más de 48 horas sin una resolución de la Jefatura que, por lo general, tarda 48 horas en emitir.
Una vez que el juez y parte en la cuestión (la Policía) dictamina la culpabilidad en la comisión de la contravención, se fija un apena en días de arresto que puede ser reemplazada por el pago de una multa para recuperar la libertad. No existe durante el proceso derecho a defensa, y el trámite continúa su camino hacia la culpabilidad.
Sí después el acusado puede apelar la medida, y llevar el caso a Tribunales, pero no sin haber cumplido antes el arresto o pagado la multa a cambio de la libertad.
Muchos jóvenes con contravenciones incomprobables son informados en las comisarías de que el trámite es largo y, en algunos casos, previendo el monto de la multa, se les ofrece el pago “por antincipado” para recuperar la libertad. De esa manera, la detención queda asentada en el aire, la comisaría recauda, y el dinero no entra al circuito oficial.
La contravención más común es “desorden”. Una tipificación vaga, en la que pueden encuadrar diversas conductas, muchas de ellas incomprobables.
Por lo general las detenciones por contravenciones deben transitar un trámite que, para el detenido, resulta largo de soportar desde una celda. En teoría la Policía no puede retener a una persona más de 48 horas sin una resolución de la Jefatura que, por lo general, tarda 48 horas en emitir.
Una vez que el juez y parte en la cuestión (la Policía) dictamina la culpabilidad en la comisión de la contravención, se fija un apena en días de arresto que puede ser reemplazada por el pago de una multa para recuperar la libertad. No existe durante el proceso derecho a defensa, y el trámite continúa su camino hacia la culpabilidad.
Sí después el acusado puede apelar la medida, y llevar el caso a Tribunales, pero no sin haber cumplido antes el arresto o pagado la multa a cambio de la libertad.
Muchos jóvenes con contravenciones incomprobables son informados en las comisarías de que el trámite es largo y, en algunos casos, previendo el monto de la multa, se les ofrece el pago “por antincipado” para recuperar la libertad. De esa manera, la detención queda asentada en el aire, la comisaría recauda, y el dinero no entra al circuito oficial.
La contravención más común es “desorden”. Una tipificación vaga, en la que pueden encuadrar diversas conductas, muchas de ellas incomprobables.
Galería de fotos
LOS ROSTROS DE LA IMPUNIDAD
FIEBRE DE SÁBADO POR LA NOCHE
Nena: ya pasaste los 30, y ese hermoso capullo que escondía tus encantos se ha abierto mostrando al fin el universo de delicias que tenías para el mundo. Y así vas por la vida, desafiando a tías casamenteras, asumiendo un par de flotadores como parte del hechizo, formulando teorías sobre la plenitud de la vida adulta. Saltás de cama en cama cual libélula y tenés un grupo muy copado de treintones con los que reís aliviada de haber pasado la década de la boludez.
Pero el cuerpo llama. Es sábado a la noche, convocás un par de amigas y salís de cacería: encarás los taco aguja con coraje y salís con las chiquis. Las nenus, las que suben fotis re locas al face, las que creen que Florencia Peña debutó en "La Niñera". El primer presagio del desastre es el mensaje “Chus, ns vms en ld la flakis gtn t n hip no no nooooo XD!” Error de lectura: coordenadas incorrectas, recalculando. Llamás, porque tenés 30, y tenés crédito. Llamás “Dónde mierda es???” La respuesta es confusa “Ay pará pará que no se escucha, escuchaaaá venite ya que hay weigh streanch uuuhhhhh venite” los sonidos se funden en una especie de grito animal en frecuencia superaguda que deja secuelas acústicas. Tafirol. Algo más de maquillaje y un ayudín. Te tomás un taxi, porque tenés más de 30 y te alcanza, y el taxista te pregunta “a dónde señora?” Hola! Tengo un flor de vaquero y un escote hasta el pupo,cómo hacen estos primates para adivinar la edad de una?
De las chiquis solo quedan las hilachas. Tres desaparecieron con sendos masculinos, y las tres que quedan se unen en bailes lésbico-eróticos que vos pensabas que solo se veían en la tele. La música es irreconocible. La cintura de las tres unidas iguala la tuya, pero confiada te unis al grupo recordando que a su edad sacabas chispas.
Por lo menos la noche te esconde la mueca de dolor. Luces. Blancas. Son las 4. Encaremos el retiro sin ceremonias, caminemos con dignidad hasta el taxi. Las chiquis. “After, after!” After las pelotas “Noooo chicas estoy re cansada laburé toda la semana” “Fotis, fotis!” El sonido peliagudo otra vez, ahora directo al occipital. El flash en la cara. Se te acerca la criatura, al oído “Ya sabes no cuentes nada no?” Otra foto, esta vez con el infante. “Para el face, para el face!”…
Pero el cuerpo llama. Es sábado a la noche, convocás un par de amigas y salís de cacería: encarás los taco aguja con coraje y salís con las chiquis. Las nenus, las que suben fotis re locas al face, las que creen que Florencia Peña debutó en "La Niñera". El primer presagio del desastre es el mensaje “Chus, ns vms en ld la flakis gtn t n hip no no nooooo XD!” Error de lectura: coordenadas incorrectas, recalculando. Llamás, porque tenés 30, y tenés crédito. Llamás “Dónde mierda es???” La respuesta es confusa “Ay pará pará que no se escucha, escuchaaaá venite ya que hay weigh streanch uuuhhhhh venite” los sonidos se funden en una especie de grito animal en frecuencia superaguda que deja secuelas acústicas. Tafirol. Algo más de maquillaje y un ayudín. Te tomás un taxi, porque tenés más de 30 y te alcanza, y el taxista te pregunta “a dónde señora?” Hola! Tengo un flor de vaquero y un escote hasta el pupo,cómo hacen estos primates para adivinar la edad de una?
De las chiquis solo quedan las hilachas. Tres desaparecieron con sendos masculinos, y las tres que quedan se unen en bailes lésbico-eróticos que vos pensabas que solo se veían en la tele. La música es irreconocible. La cintura de las tres unidas iguala la tuya, pero confiada te unis al grupo recordando que a su edad sacabas chispas.
Y entonces ocurre: “Hasta abaho, hasta abaho” suena en los parlantes. Esta la conocés. Ahora van a ver lo que es abrirse de gambas y empezás “Hasta abajo, hasta abaho” Abrís los ojos en lo mejor de tu perreo y ahí descubrís que la plasticidad no es tu fuerte: golpeás con la rodilla el ojo de tu amiga, que en verdad ha llegado hasta abaho, y descubris con estupor cómo es la vida desde las alturas. Trastabillás, el taco se te dobla y cuando estás por besar el suelo aparece, por fin, la primera presa de la noche. Te ha cogido del brazo y te ayuda a incorporarte. Miraditas, ji ji, sonrisitas. “Estás bien amiga?” “Obvio, de una!” pero el pibe ya no está: en un vertiginoso pase de magia una flaca le sacude sus encantos a la altura de la ingle.
Ok, vamos a mi juego, insistis, otro ayudín y a esta mirada no se le resiste ninguno. Explorás. Bailás casi con decencia con una mano ocupada en el vaso y la otra en la pajita. Te acodás sobre la barra. Elegís el pibe, lo mirás. Te mira (tendré algo en el pelo?). Lo mirás. Se te acerca, sostenés una mirada incendiaria sobre el niño, te sentís casi su madre y lo encarás. “¿Cómo te llamás?” “Beeeeep" ”Yo te conozco de algún lado” “Si, vos sos compañera de yoga de mi mamá, no le digas nada que me viste puede ser?” “De una jajajaaa”.
Por lo menos la noche te esconde la mueca de dolor. Luces. Blancas. Son las 4. Encaremos el retiro sin ceremonias, caminemos con dignidad hasta el taxi. Las chiquis. “After, after!” After las pelotas “Noooo chicas estoy re cansada laburé toda la semana” “Fotis, fotis!” El sonido peliagudo otra vez, ahora directo al occipital. El flash en la cara. Se te acerca la criatura, al oído “Ya sabes no cuentes nada no?” Otra foto, esta vez con el infante. “Para el face, para el face!”…
Si algo de dignidad te queda, la perdés. Sacás el celular y con lo que te queda de conciencia, encontrás el número. “Hola. Yo. Yo la Negra. Exacto ya no me reconocés la voz no? Qué haces tanto tiempo che! Yo aquí, con unas amigas, estábamos yendo a un after vos que onda? No qué aburrido che!. Ah. Ah que lindo mirá vos! Y cuántos meses tiene? Ay que hermoso me alegro mucho no sabía nada! Bueno che te dejo que me están esperando, me encantó que me llamaras pero lo dejamos para otro día si? Besitos” Silencio.
Vuelta a la casa. El taxista, último ejemplar del sexo opuesto que, para cerrar la noche, te revuelve el puñal entre las tripas “Tremendas las chicas de hoy en día señora, tremendas. Recién llevé a tres que no se podían ni parar. Chicas chicas nomás, dicen que andaban con la tía…”
“Tremendas, caballero, a dónde iremos a parar..."
“Tremendas, caballero, a dónde iremos a parar..."
Para la Revista Ernesta
CÓMO CONQUISTAR EL MUNDO EN 48 HORAS
La historia registra extraños casos de personas que conquistaron el mundo y consecuentemente destruyeron el universo en tiempo record. No todos los casos han sido documentados, pero se sabe a por ejemplo un granjero de Laku Nike, en el corazón del África, que logró adueñarse del corazón de una anciana en pocas horas y le provocó la muerte por felicidad.
Se estima que el universo ha sido destruido tantas veces como fue creado, y que solo ciertos mamíferos son capaces de llevar registro contable de lo ocurrido.
Los universos destruidos por su parte nunca se quejaron de su destino errante.
Se estima que el universo ha sido destruido tantas veces como fue creado, y que solo ciertos mamíferos son capaces de llevar registro contable de lo ocurrido.
Los universos destruidos por su parte nunca se quejaron de su destino errante.
JUVENTUD Y OCASO DEL INFAME SR. MC HUSH.
Juventud:
A FS 001 el Sr. Mc Hush informa sobre extraños sucesos paranormales registrados en su domicilio.
Se procede a las verificaciones de rutina que arrojan como resultado la ausencia de manifestaciones de tipo extrasensoriales en el lugar.
A fs. 003 el demandante firma, de su puño y letra y de total conformidad Declaración Jurada de Bienes donde consta que de los sucesos recientes no deriva daño material alguno.
A Fs 004 se procede al cierre de la causa habiendo la autoridad competente determinado la falsedad de la denuncia. Se intima al denunciante Mc Hush a fin de que en lo sucesivo se abstenga de alterar el orden social bajo pena de exilio.
Todo bajo firma y sello de Sus Señorías.
Ocaso:
Fs 005 a 2.856 (Tomo III, Libro XXI, Acta 2.356, Cuarto Equinoccio del año de la Nueva Era de los Pueblos)
Condénase al Sr. Mc Hush a la pena de lapidación social por el lapso que dure la falta envido, en función de hallarlo culpable de los cargos de Complicidad Civil con el Régimen Paranormal pasado, ocultamiento de manifestaciones extrasensoriales, enriquecimiento ilícito, banalidad, frivolidad falta de amor social y conspiración contra el Nuevo Regimen de Los Pueblos en complicidad con la Sociedad Patronal de Poltergeist y Espectros de la Vieja Era.
Todo bajo firma y sello de Sus Nuevas Señorías.
MUY TRISTE RELATO PARA NIÑOS MUY ADULTOS
Había una vez un Señor muy Rey que paseaba su magnificencia por sus muy vastos Reinos.
Y contaba el muy soberano sus muy altas cantidades de riquezas “Tengo esto y lo otro, y lo de más allá. Soy sumamente muy infinito”
Y de tanto calcular el muy espléndido comprendió cuán muy pocos eran sus dedos, lo cual enfureció de muy honda manera a su gran inmensa soberbia. Nada podía contar que sumase más de diez, que eran en este caso la limitada cantidad de dedos que Dios, en gala de perversa mezquindad, había posado sobre tan regias manos. Manos de Rey, dedos de Mendigo.
Nuestro muy Señor con grande ofuscación ordenó mediante Real Decreto la expropiación de los mejores dedos de sus muy leales plebeyos y de esta manera tuvo muy inmensa cantidad de dedos muertos que contaran sus muy muchos pavos y doncellas y demás posesiones.
De muerte muy lenta y demás dolorosa murió nuestro amo, llevándose consigo dedos blancos y violetas, según su respectivo estado de podredumbre, dejando no sin gran enojo para su pueblo mutilado los pavos, las doncellas y todo cuanto había con tanto regocijo podido en vida contabilizar.
Y contaba el muy soberano sus muy altas cantidades de riquezas “Tengo esto y lo otro, y lo de más allá. Soy sumamente muy infinito”
Y de tanto calcular el muy espléndido comprendió cuán muy pocos eran sus dedos, lo cual enfureció de muy honda manera a su gran inmensa soberbia. Nada podía contar que sumase más de diez, que eran en este caso la limitada cantidad de dedos que Dios, en gala de perversa mezquindad, había posado sobre tan regias manos. Manos de Rey, dedos de Mendigo.
Nuestro muy Señor con grande ofuscación ordenó mediante Real Decreto la expropiación de los mejores dedos de sus muy leales plebeyos y de esta manera tuvo muy inmensa cantidad de dedos muertos que contaran sus muy muchos pavos y doncellas y demás posesiones.
De muerte muy lenta y demás dolorosa murió nuestro amo, llevándose consigo dedos blancos y violetas, según su respectivo estado de podredumbre, dejando no sin gran enojo para su pueblo mutilado los pavos, las doncellas y todo cuanto había con tanto regocijo podido en vida contabilizar.
GENESIS
El verdadero origen de las letras se remonta a un niño que juega a crear ciencia y vida, sentado en el centro del universo. Se divierte originando un mundo por acá, inventando los colores, el vacío y todo cuanto ahora nos es familiar. Cuando el niño llora porque nadie le celebra semejantes ocurrencias, pone en la lengua de la más triste de sus creaciones una letra, dos, mil quinientas, y el hombre aprende entonces a alabarlo. Así el infame se consuela, y echa a andar la maquinaria de la historia.
06.- PEDIDOS Y OFRECIDOS
Se lee en el diario "Compro a buen precio siestas de domingos intercambiables, compro y vendo peleas por hacer cosqillas. Cigarrillos en balcón, medias de dueños a medias, confusión de confesiones, historias inventadas y 'qué tarde que se hizo'"
Quien más quién menos cree poder hacer negocio, y se presenta en el domicilio indicado llevando paquetes de brillitos que encandilan, edades de piedra y agua bendita. "No hay trato" informa el publicante, y al domingo siguiente insiste "Amores absurdos abstenerse".
Quien más quién menos cree poder hacer negocio, y se presenta en el domicilio indicado llevando paquetes de brillitos que encandilan, edades de piedra y agua bendita. "No hay trato" informa el publicante, y al domingo siguiente insiste "Amores absurdos abstenerse".
INSOMNIO
Estimada Vecina:
Me resulta sumamente grato conocer que al momento de escribir estas líneas se encuentra usted bien.
Escandalosamente bien podría decirse.
Sus manifestaciones sonoras dan cuenta no sólo de la felicidad que la invade sino de las grandes dotes de quien hace algunas semanas la acompaña en este valle de lágrimas. Enhorabuena.
Motiva esta misiva la intención de coordinar horarios con usted, para que su dicha no invada mi silencio de ratas; o en su defecto para que, una vez utilizado, tenga a bien compartir con esta humilde servidora el origen de su euforia que, no dudo, debe ser morocho y corpulento.
Sin más y esperando se reponga usted de tan agitado zarandeo, la saluda con profunda desolación.
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